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Cómo enfrentar controversias teológicas

Kevin Balootje
Contribuidor

Las controversias son importantes para el crecimiento espiritual del creyente. Nos motivan a estudiar más las Escrituras, a escuchar la opinión de hermanos que piensan diferente, y sobre todo, nos impulsan a ser más bíblicos en nuestra manera de pensar y vivir la vida cristiana.


Sin embargo, muchos prefieren no involucrarse en “disputas” teológicas por el hecho de que muchas veces han causado división en las iglesias y han dejado heridas profundas. Otros simplemente piensan que no es necesario tratar de resolver los problemas que levantan los temas controversiales porque lo único que importa -según dicen tales personas- es seguir a Jesús. 


¿Qué hacer cuando nos enfrentamos a una situación en dónde se nos pide dar una opinión sobre algún tema teológico “caliente”? Estos momentos surgen constantemente en simples conversaciones. Aquí dejo cuatro puntos que pueden ayudar a responder la pregunta:


  1. No huyas de ellas, enfréntalas bíblicamente

Tratar de escapar de las controversias es algo muy común por el temor a discutir o involucrarse en una situación que perjudique la relación entre los hermanos. Pero, la verdad de Dios debe prevalecer. Si constantemente se busca evadir estas conversaciones, ¿Cómo se sabrá lo correcto e incorrecto sobre alguna verdad bíblica? Por lo tanto, huir no resolverá el problema.


Esta actitud no es la que vemos en Jesús. Él se preocupaba por lidiar con las controversias y encaminar a sus oyentes hacia la manera correcta de entender lo que las Escrituras dicen sobre un tema específico. 


Uno de los momentos más fascinantes para mi en los que Jesús trata con una situación controversial es cuando se enfrenta a los saduceos, quienes no creían en la resurrección y  trataron de burlarse de Él por causa de ese tema. La respuesta de Jesús fue muy clara: 

“Están equivocados por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios.” (Mat.22:29).


Jesús no huyó de la controversia; identificó el problema, el cual era su deficiencia en  entendimiento correcto de las Escrituras y del el carácter de Dios. Este proceder es digno de imitar. Pero requiere que, así como Jesús, tengamos previo conocimiento y precisión bíblica. Esto nos lleva al siguiente punto.


  1. Sé de espíritu “bereano”

Los hermanos de Berea tuvieron al Apóstol Pablo como maestro y aun así, escudriñaban las Escrituras para comprobar la veracidad de lo que Él les enseñaba (Hch.17:11). Dios vio esta actitud en el libro de Hechos como un acto noble. 


La autoridad de las Escrituras debe prevalecer por encima de cualquier opinión o declaración de algún hombre. Debemos depositar nuestra confianza plena en las palabras de Dios. Obviamente si lo que algún maestro dice va de acuerdo con las palabras de Dios en la biblia, tenemos el deber de creerle aun cuando lo que enseña bíblicamente no nos parezca “atractivo” o personalmente no estemos de acuerdo.


Muchas veces dejamos que nuestras emociones dirijan nuestra manera de pensar en medio de las controversias en vez de que la palabra de Dios sea la que gobierne. Esto no debe ser así. La palabra de Dios siempre debe prevalecer sobre nuestros pensamientos porque es la verdad absoluta cuando nuestras opiniones, si no están fundamentadas en las Escrituras, son subjetivas. 


  1. Estudia teología constantemente

Dios ha dado hombres a Su iglesia para enseñar de manera ordenada lo que Él ha dicho sobre sí mismo en las Escrituras, con el propósito de que sepamos distinguir la verdad del error (Ef.4:11-16). Estos maestros pueden encontrarse en nuestras iglesias locales y también en miles de libros que diferentes autores preparados teológicamente han escrito para el crecimiento del pueblo de Dios. 


Una de las herramientas más efectivas para el estudio de la teología es una buena teología sistemática. Ahí el maestro explica lo que la biblia como un todo enseña sobre las doctrinas principales como la doctrina de Dios, la salvación, los eventos futuros, etc.


En medio de una conversación teológica es sabio tener un entendimiento bíblico ordenado para que lleguemos a conclusiones de una manera correcta.


  1. Defiende la verdad

 

Luego de todo lo dicho anteriormente, no nos podemos quedar callados. Tenemos la responsabilidad de proclamar la verdad sobre lo que la Biblia enseña. El apóstol Pedro les dice a sus lectores que defender la verdad es un acto con el que honramos a Dios frente a aquellos que nos preguntan sobre nuestra fe (1 Pedro 3:15) . También, el Apóstol Pablo le recuerda a Timoteo que la iglesia es la encargada de sostener la verdad en el mundo (1 Timoteo 3:15).


Muchos prefieren permanecer callados en vez de involucrarse en una posible discusión o pelea sobre algún tema bíblico controversial. Sin embargo, la tarea de hablar, corregir, aclarar o reencaminar a alguien del error es un mandato bíblico que se debe hacer con gracia, gentileza, reverencia y mansedumbre (Ef. 4:29, 2 Tim.2:24-25, 1 Pe. 3:15). Por tanto, como cristianos, debemos hablar entre nosotros con amor y libremente tratar asuntos controversiales por el bien de que la verdad de Dios permanezca firme en nuestras vidas.


Conclusión

La precisión bíblica es importante. Por eso debemos proceder con sabiduría al involucrarnos en conversaciones controversiales. Saber que no vamos a entender muchas cosas de las que Dios nos ha revelado no es una excusa para quedarse callado cuando surgen preguntas teológicas “difíciles” de responder; más bien son una bendita oportunidad que Dios nos da para impulsarnos a conocerle y Su Palabra de manera más profunda con el fin de glorificarle a través de una vida que proclama y vive basada en la verdad.


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