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La lucha por nuestra mayor pasión

Kevin Balootje
Contribuidor

He estado leyendo sobre los puritanos (1558), quienes eran personas profundamente apasionadas por las Escrituras. Los puritanos eran gente del Libro vivo. Ellos amaban, vivían y respiraban la Escritura, y disfrutaban del poder del Espíritu que acompañaba a la palabra.

No tengo temor de confesar que mientras más leo sobre ellos me siento más humillado por la realidad de que me falta tanto deseo y devoción por las Escrituras. 

Sin embargo, hay una realidad que se debe tomar en cuenta: ellos no tenían la clase de distracciones que tenemos hoy. No tenían teléfonos inteligentes, computadoras, plataformas de streaming, o alguna otra cosa de las que disfrutamos en nuestra época. Tenemos tantas cosas para no estar “aburridos”. Cada una de ellas consume nuestro tiempo y atención de una manera que a veces ni siquiera nos damos cuenta. 

Todo esto se convierte en una guerra contra la presente idolatría en nuestros corazones. Incluso, como cristianos, aun sabiendo que nuestra mayor satisfacción proviene de Dios mismo, muchas veces caemos en la tentación de “pasar el tiempo” haciendo alguna otra cosa en vez de tomar la Palabra de Dios o un libro que nos ayude a profundizar en ella. Leer ya no es tan atractivo; la pantalla ha sido su reemplazo. 

¿Qué hacer cuando estoy batallando con todo esto? ¿Cómo puedo volver a tener profundo deseo por Dios y Su palabra?

  • Orar

A veces casi puedo palpar el enemigo con quien estoy luchando cuando sé que debo buscar al Señor en Su palabra pero no lo hago. Siento mi debilidad y sé que estoy a punto de rendirme ante mi ídolo.

En ese momento, lo único que me sostiene y me da fuerzas para vencer es confiar en el poder del Espíritu Santo que mora en mí y lucha contra los deseos de mi carne. Cierro los ojos y oro a Dios pidiéndole que me dé la gracia de poder levantarme y alejarme de mi pantalla, o soltar mi celular y me guíe a su Palabra. 

Quizás esto parezca un poco simple e incluso absurdo porque, ¿qué tan complicado es dejar el celular de mi mano, no? Solo es pararse del sitio donde esté sentado y hacer otra cosa. Sin embargo, veo en las Escrituras unas verdades que vivo a diario: 

Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues estos se oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que deseen (Gálatas 5:17).

Porque si ustedes viven conforme a la carne, habrán de morir; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán (Romanos 8:13).


Existe una lucha real y sumamente fuerte por mis deseos. Por naturaleza, espiritualmente no voy a desear las cosas de Dios, es decir, pasar tiempo con Su palabra, orar o meditar en su carácter. Pero por la gracia de Dios por medio de Jesucristo he recibido el Espíritu Santo y es en Su poder que puedo luchar y vencer mi pecado. Por tanto, el hecho de saber que en mis propias fuerzas soy incapaz de vencer mi pecado se convierte en el inicio de la victoria que a través del Espíritu Santo puedo obtener.

  • Tomar la Biblia y leer

Luego de orar, dejo lo que estaba haciendo, busco la biblia y comienzo a leer. Ayuda mucho tener algún plan de lectura o de manera intencional un estudio de un libro específico de las Escrituras. 

El resultado de hacer esto es maravilloso. Mi alma comienza a ser alimentada y empieza a producir afectos que ninguna otra cosa me da. En ese momento me uno al salmista que dijo: 

¡Cuánto amo Tu ley! Todo el día es ella mi meditación. (Sal.119:97). Si la Palabra de Dios puede convertirse en objeto de meditación todo el día es porque tiene mucha importancia y valor para la vida. 

La palabra de Dios produce en nosotros amor por ella misma. Su contenido atrapa, edifica y transforma. Por tanto, lo mejor que se puede hacer luego de orar, es ir a las Escrituras, las cuales de manera sobrenatural producen en nosotros deleites mayores que las cosas de este mundo.

¿Solo esto?

Probablemente pienses que estos pasos son sumamente sencillos. De hecho, es lo más común para hacer. Sin embargo, lo que deseo resaltar una y otra vez es la fuerte lucha que existe en nuestros corazones cuando hay otras cosas que han tomado gran porcentaje de nuestra atención y afectos. 

Sin duda debe haber otros métodos que a otras personas les funcionen, pero creo que lo más importante antes que cualquier método es saber que nuestras fuerzas son totalmente débiles cuando la comparamos al poder de Dios a través de su Espíritu. 

¡Que el Señor sea nuestra fortaleza y pasión por encima de todas las cosas!

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